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Guayaquil, ese exitoso modelo de cartón

  • Foto del escritor: Juan Baldeón
    Juan Baldeón
  • 9 abr 2020
  • 2 Min. de lectura


Durante casi 30 años, Guayaquil ha estado en garras del Partido Social Cristiano, ese grupito en cuyo álbum están pegados Corderos, Nebots y Viteris. Todo este tiempo, la derecha ecuatoriana se vanaglorio del exitoso modelo guayaco. La Perla del Pacífico era aplaudida como ejemplo del progreso y de las ventajas del credo neoliberal. Qué bonito el barrio Las Peñas, ay qué guapas las iguanas en el parque, qué hermoso el malecón y, como no, qué preciosa la Perla. De la pobreza en las zonas periféricas, nada dijeron. Bien se sabe, la desigualdad de las partes es una condición estructural del sistema capitalista. No obstante, esta ciudad hizo pensar que la modernización era un sueño posible. Viendo a Guayaquil se creía en un Estado moderno, digno representante del ejercicio de la razón instrumental para la administración pública. Era el modelo exitoso, el sueño de la derecha ecuatoriana. Poco duró el sueño. En 2020, el Covid19 desnudó esta fachada.

En un primer momento, pensamos que el tan laureado modelo exitoso no tendría problema en poner en marcha todos los engranajes del biopoder para controlar la pandemia. Después de todo, un Estado moderno, con monopolio del uso legítimo de la fuerza, está en condiciones de administrar cuerpos y “hacer vivir y dejar morir”. Era cuestión de hacer respetar el aislamiento social y de someter a la población al poder médico. Pero no, el modelo guayaquileño reveló no ser el portador de esta eficiencia administrativa. Fue como si, de pronto, lloviese sobre este modelo exitoso y se cayese su fachada de cartón.

Según cifras publicadas el 7 de abril, la provincia de Guayas registra 2706 casos de Covid19, casi el 70% del total de casos en Ecuador. La pobreza de las zonas marginales demuestra el fracaso del supuesto modelo exitoso. Ahora, la gente de estos sectores, cuyo ingreso depende del día a día, se enfrenta al hambre y no tiene más remedio que violar la distancia social preventiva. El gobierno local ha sido incapaz de dar apoyo a estos grupos. En medio de la crisis, el 19 de marzo del 2019, Viteri debutó en las redes, con un guion que hasta sacó lágrimas, diciendo que contrajo Covid19. Un gobierno local ausente, gente pobre luchando por sobrevivir en las calles y cuerpos abandonados, pues no hay gestión que permita su digno sepelio, son los componentes del panorama que se vive.

Tranquilos. Hace pocos días Viteri anunció su gran aporte. Ella, toda una gobernante, un ícono del progreso, gestionó la donación de ataúdes de cartón para levantar los cuerpos que decoran las calles de la Perla del Pacífico. Hoy, la muerte, esa cara invisibilizada del progreso neoliberal, inunda las calles del Guayas y, para sus gobernantes, lidiar con ella es una cuestión de imagen política y no de dignidad humana. Además, ¿qué importa que sean ataúdes de cartón? Todo el régimen de la derecha se sostiene en esas fachadas que, ante la menor lluvia, desnudan su cinismo.

 
 
 

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